Hace unas horas fue desalojado un espacio y una iniciativa que tenía mucho por delante: RecuperAcción Comunitaria, que logró en tan solo una semana habilitar y limpiar un antiguo liceo abandonado desde el terremoto del 27 de febrero del 2010. Se trató de un trabajo mancomunado, organizado entre la misma comunidad del barrio Matta Sur, y diversas organizaciones sociales que prestaron diverso apoyo. Se pretendía darle a dicho espacio un enfoque educativo, y convertirlo además en un lugar en donde la comunidad se pueda reunir, compartir y levantar sus propias iniciativas.
Sin embargo, al parecer cuando se amenaza el concepto de propiedad que desde arriba se nos impone, cuando se amenaza al Estado desde la autogestión y la solidaridad de los pares, la represión suele ser la respuesta desde el poder. Al parecer no quieren ni pretenden que como sujetos nos organicemos y seamos conscientes de nuestra propia libertad.
Porque más allá del argumento de la seguridad del edificio (lo que es falso porque todas las partes inseguras fueron debidamente cerradas de tal forma que fuera imposible el acceso a ellas, doy constancia de aquello), lo que se buscó fue cerrar la puerta a la autogestión y la idea de una propiedad compartida, comunitaria. Fue ante ello, y no ante el riesgo de los que habitaban el Ex-Liceo Metropolitano sufieran un derrumbe, que Carolina Tohá y la Municipalidad de Santiago mandaron a desalojar. Todo lo demás son excusas.
Pero no deja de ser menor que una alcaldesa de la Nueva Mayoría, coalición que promete una forma distinta y más cercana a la ciudadanía de hacer política, sea quién haya tomado la decisión. Prometen educación gratuita pero reprimen un espacio que estaba lleno de proyectos de talleres comunitarios. Prometen un gobierno ciudadano, pero reprimen cuando el pueblo se organiza.
Para mi, y a la vista de los últimos acontecimientos, no veo motivo por el cual creer que un futuro gobierno de la Nueva Mayoría va a ser en un aspecto mejor que uno de la Alianza. Ambas coaliciones han usado y usan sin ningún remordimiento aparatos represivos tales como las FFEE de Carabineros para solucionar sus problemas, y ambas también no permiten que la ciudadanía se manifieste y organice espontáneamente.
Este desalojo, y este gesto represivo de parte de una alcaldesa de la Nueva Mayoría, hace más clara y patente mi convicción de no ir a votar este domingo. No hay tal cosa de “mal menor” cuando las dos alternativas son profundamente perniciosas, y ocupan los mismos medios represivos para ahogar la lucha y organización popular. Creo así, con más convicción que nunca, que la lucha no se da en las urnas, sino en las calles, en espacios como el que los compañeros de RecuperAcción Comunitaria abrieron, en la organización y toma de consciencia del pueblo por su lucha.
Por eso, y parafraseando a la campaña de unos compañeros: “Yo no voto, lucho”.
J.H
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